domingo, 27 de noviembre de 2011

Abre tu mente y enrédatela bien: la Cultura de red es buena.

Cierto proverbio oriental afirma que todo largo viaje comienza con un pequeño paso. Gran verdad, ¿no es cierto? Pues bien, las seis autoras artífices de este blog engendrado sin grandes pretensiones y sí con la intención de plasmar por escrito las opiniones y reflexiones que nos despiertan ciertos temas de rabiosa actualidad, damos hoy este pasito por medio de este nuestro primer post. Gustará más o menos, por supuesto, pero que conste que nuestro sano deseo es que caigan en nuestras redes cuantos más cibernautas mejor...
¿Y cuál es el tema escogido para este día tan señalado? Pues la Cultura de red, ni más ni menos. Porque cómo comenzar a enredar a alguien en cualquier proyecto sin dejar claro de primeras que, le pese a quien le pese, los seres humanos habitamos actualmente un mundo que no nos sugiere, sino que nos exije que las relaciones de todo tipo que generamos día a día las extendamos y mantengamos en forma de red.
Para los que aún no sepan a qué nos referimos, les sugerimos que piensen en las arañas, esos insectos con aspecto inquietante y algo monstruoso pero sin duda fascinantes, que son capaces de segregar desde sus propias patitas una impagable sustancia con la que tejen y tejen pacientemente una poderosa, elástica y resistente capa que les sirve tanto de hogar como de temible trampa mortal para sus presas. O, si lo prefieren, en la red de un pescador, con su característico tejido con diminutas pero resistentes "celditas" que dejan que el agua se cuele pero que los peces se queden presos entre su sólido entramado.
Lo que pretendemos transmitir es la idea de que las personas, para generar relaciones satisfactorias a todos los niveles, profesionales especialmente, hemos aprendido con el devenir de los tiempos que es más beneficioso para nosotras extender nuestras relaciones con otras personas por todas las direcciones posibles y ramificarlas hasta el infinito, en vez de limitarnos a movernos en pequeños círculos y a asentarnos en los mismos, sin ninguna posibilidad de crecimiento o cambio. Y si no, que se lo digan a los mandamases de Internet y la telefonía móvil, que sabios como pocos, han visto en estas herramientas de comunicación una jugosa oportunidad de negocio ya que el hombre y la mujer de esta nueva Era son insaciables en cuanto a deseos de conocimiento e interrelación social. ¿O cuántas personas sin Facebook, que no sean niños de corta edad o ancianos, conocemos? Cada vez menos, ¿no es cierto?
Todo lo expuesto hasta ahora, aplicado al mundo de la empresa, no hace sino reportar grandes beneficios.
Las archifamosas empresas textiles Bennetton y Zara presumen de haber sido las primeras en haber asumido esta "visión de red", pero no es de ilusos creer que esto es sólo el principio... Y las ideas de expandir las relaciones profesionales siguiendo las pautas de una habilidosa y ambiciosa arañita con amplitud de miras no hacen sino crecer constantemente en este mundo globalizado que nos acoge. Aunque aún hay muchas opciones que perfeccionar y ofrecer al gran público... Por ejemplo, ¿por qué no aplicar el mundo de las redes sociales como Facebook o Twitter a la vida empresarial? ¿A quién no le gustaría ser miembro de una puntera organización cibernética en la cual poder escoger a los componentes de su equipo de trabajo como si fueran contactos de una red social? Esta idea en apariencia tan sofisticada y dinámica no es más que una de las infinitas posibilidades que ofrece el formar parte de la cultura en red. Esperaremos y veremos...
En efecto, la Cultura de red es como una tela de araña. Es algo que se va construyendo con la colaboración y participación de todos sus miembros, progresiva, cuidadosa e incesantemente. Cada una de sus partes está interconectada con el resto pero, a la vez, guarda su propia independencia, de manera que si alguna parte falla, no cae todo el conjunto. En ella, el elemento primordial es la transparencia, para que todo el mundo sepa qué es lo que hay que hacer, cómo hay que hacerlo y, en fin, qué es lo que hay en cada momento.
Todo esto está muy bien, sí, pero las redactoras de este artículo no podemos evitar preguntarnos lo siguiente: hoy en día, ya inmersos en una cultura de red ¿cómo podemos evolucionar y sacar a esta visión global el mayor partido? La respuesta que hemos encontrado es guiándonos hacia la diferenciación.
En esta sociedad del llamado tercer milenio, donde lo único cierto es la incertidumbre, los mercados cambian permanentemente, las nuevas tecnologías proliferan a velocidad de vértigo y los productos se hacen obsoletos de la noche a la mañana, las organizaciones que sobreviven y se autorenuevan parecen ser aquéllas que de manera continua crean nuevo conocimiento, lo transmiten a toda la organización y lo expresan a través de nuevos procesos y productos.
Por todo lo anterior, creemos que la Cultura de red es algo consustancial a la nueva realidad que nos acoge desde finales del siglo XX. Es una cultura que permite anticiparse a los cambios, y la especialización de sus miembros, unas mayores flexibilidad y adaptación para dar la solución o la respuesta perfectas que necesita el mercado. Es una fuente de creación de ideas incesante en la que los diversos tipos de persona que la forma piensan como si fueran un núcleo de mentes de lo más variopinto y complementario.
Pero todo esto no se consigue sin grandes esfuerzos, por supuesto. Hay que realizar un cambio de mentalidad verdaderamente importante. Salir de nuestro confortable y solitario cubículo de trabajo personal y comenzar a trabajar en y para un grupo. Y ello exige un compromiso extremo con los valores de esta cultura ya que se crean grandes situaciones de estrés debido a la desbordante carga de trabajo que implica.
Por eso, para las seis autoras de CEMR, la pregunta clave es: ¿Estamos dispuestos a trabajar en organizaciones en las que sea necesario implicarnos hasta el extremo y abrir sin miedo nuestras mentes? Y yendo a un caso concreto, ¿nos gustaría trabajar en una empresa como Oticon, empresa en la que "el jefe friega los platos" (es decir, todos los empleados van probando las diferentes tareas)?
Las respuestas deberían ser ¡SÍ! ya que si no te mueves, caducas, baby... Y si no, que se lo pregunten a los chicos de esa lograda película llamada La red social  sobre la excitante y tormentosa fundación de Facebook. Basta con ver alguna escena de cómo trabajan sus jóvenes empleados para darse cuenta de lo que nos ha movido a escribir este post. Los tiempos están cambiando, en efecto. Y nosotras, nos despedimos por ahora...
Hasta pronto pues, arácnidos del ciberespacio. Esperamos veros pronto por aquí y que volváis, una vez más, a caer en nuestras redes.